19 diciembre, 2011

En el mundo, mil millones de adultos padecen sobrepeso y más de 300 millones son obesos, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La obesidad está relacionada con 6 de cada 10 muertes y, en promedio, reduce en 10 años la vida de quienes las padecen. Se estima que, por esta causa, 115 millones sufrirán en el futuro afecciones médicas graves como diabetes, enfermedades cardíacas apoplejía, dificultades respiratorias, hipertensión y determinados tipos de cáncer. Los hoy niños obesos serán ancianos a los 30 años, por la patología que desarrollarán en el futuro.

En España, según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (enlace: ) dos de cada tres hombres tienen sobrepeso y una de cada seis personas es obesa; esperándose que la proporción de adultos con sobrepeso aumente un 10% más en los próximos 10 años. Más de dos millones de personas padecen una obesidad severa; de las que, al menos, el 1% se somete a cirugía, según datos de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad Mórbida (SECO).

En nuestra opinión, entre otras, las soluciones serían:

  • Educativas. Incluir en todos los cursos escolares un número horas lectivas dedicadas a este fin.
  • Sociales. Si cada vez comemos peor es, muchas veces, por la dificultad para conciliar la vida  laboral y personal. También, por la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral, ya que eran ellas las encargadas del menú familiar.
  • Empresariales.  Muchos de los productos que adquirimos están elaborados con grasas no saludables, exceso de sal o azúcares refinados.
  • De concienciación ciudadana. Es necesario informar sobre los graves problemas de salud provocados o relacionados con la obesidad y trabajar en ello.

 

La OMS recomienda para prevenir la obesidad dieta sana y ejercicio físico.

Una alimentación es saludable si es:

  • Completa, porque contiene todos los grupos de alimentos que, en combinación, aportan todos los nutrientes necesarios.
  • Equilibrada, porque incorpora cantidades apropiadas de alimentos, pero sin excesos.
  • Suficiente, porque cubre las necesidades del organismo para permitir el crecimiento y el desarrollo en los niños y mantener el peso corporal en los límites aconsejables en adultos.
  • Variada, porque proporciona los aportes necesarios de vitaminas y minerales, al incluir diferentes grupos de alimentos.

 

La dieta mediterránea

Pese a que la dieta mediterránea se considerada una de las más saludables que existe dentro de la alimentación convencional. Aunque es una dieta milenaria, sus beneficios se conocen desde hace relativamente pocos años y todavía se continúan descubriendo algunas de las virtudes que encierra. Sus platos habituales aportan una serie de beneficios para la salud a largo plazo y es una gran opción para prevenir diferentes males. Entre los muchos beneficios que aporta, podemos mencionar:

– Previene la obesidad y la diabetes mellitus, enfermedades propias de las sociedades desarrolladas en las que priman una alimentación excesivamente rica en grasas saturadas y unos hábitos de vida sedentarios.

– Retrasa e incluso previene el paso de pre-diabetes a diabetes. Así lo señalan expertos como el doctor Pi-Sunyer, director del Centro de Investigación de la Obesidad de Nueva York y jefe de la Unidad de Endocrinología, Diabetes y Nutrición del St. Luke´s-Roosvelt.

– Tiene propiedades cardioprotectoras, fundamentalmente debido al consumo de aceite de oliva virgen, que es fuente saludable de ácidos grasos insaturados y micronutrientes como los antioxidantes.

– Tiene efectos protectores contra enfermedades neurodegenerativas.

– Combinada con actividad física regular, la dieta mediterránea combate el sobrepeso y la obesidad.

– Reduce en un 50% el riesgo de padecer afecciones pulmonares. Es especialmente efectiva en la prevención de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), en general, y de forma significativa en variantes concretas de esta patología como el enfisema pulmonar y la bronquitis crónica.

– Aumenta la esperanza de vida al reducir la morbi-mortalidad por enfermedad coronaria y algunos tipos de cáncer.

– Ayuda a prevenir la depresión. Las vitaminas del grupo B y los ácidos grasos omega-3 presentes en la dieta mediterránea, ejercen un papel protector frente a los trastornos neurológicos.

 

Ejercicio físico

El pasado año 2010, la OMS publicó un nuevo documento titulado «Recomendaciones mundiales sobre actividad física para la salud«, que ofrece una serie de directrices, avaladas por la evidencia empírica, sobre la relación entre la actividad física y los beneficios para la salud.

Niños y jóvenes (5-17 años). Se recomienda que se realicen actividades principalmente aeróbicas (juegos, deportes, educación física, etc.) y de tipo moderado o vigoroso al menos tres veces por semana, aunque lo óptimo serían unos sesenta minutos diarios. De esta manera, se mejorarán las funciones cardiorrespiratorias y musculares, la salud ósea y se reducirá el riesgo de aparición de otros problemas de salud relevantes como la obesidad o la diabetes, entre otros.

Adultos (18-64 años). La OMS recomienda la práctica de ejercicio físico aeróbico moderado de un mínimo de 150 minutos semanales o de 75 minutos cuando el ejercicio es vigoroso; aunque lo óptimo sería alcanzar los 300 minutos semanales. Igualmente, se recomienda que unas dos veces a la semana se realicen ejercicios moderados para fortalecer los grandes grupos musculares.

Personas de la tercera edad (a partir 65 años). La práctica de ejercicio físico ha de dirigirse a la mejora de las funciones cardiorrespiratorias y musculares, así como al fortalecimiento óseo y la prevención de aparición de otro problemas como hipertensión, diabetes, depresión o deterioro cognitivo, entre otras. Para ello, se requiere que se realice ejercicio físico durante al menos 150 o 75 minutos semanales, según sea la intensidad moderada o vigorosa, respectivamente; aunque lo óptimo sería alcanzar los 300 minutos a la semana. Igualmente, se recomienda la realización de ejercicios para el fortalecimiento muscular dos veces a la semana. Para las personas que tengan movilidad reducida se aconseja el desarrollo de actividades físicas que mejoren su equilibrio y, así, impedir las caídas, tres días o más a la semana.

La actividad física y la aptitud fisiológica (beneficios de la actividad física) prolongan la longevidad y protegen contra el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, ataques cardíacos, hipertensión, obesidad, osteoporosis, cáncer de colon y depresión. Estas afirmaciones no son meras hipótesis, los beneficios de estar protegidos de estas afecciones por medio de la actividad física, residen en la relación causa-efecto a través de alteraciones en mecanismos fisiológicos enzimáticos que el ejercicio provoca en nuestro organismo.

Estudios realizados en la Universidad de Los Ángeles, en la Universidad de Noruega, en el Instituto Cooper y el estudio masculino de Copenhague, entre otros, determinaron que la vida sedentaria aumenta a más del doble el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, (ataques cardíacos, etc.) y disminuye en igual proporción en la medida que aumenta la actividad física y su continuidad. Así mismo, se comprobó que los individuos hipertensos sedentarios aumentan tres veces más el riesgo de desarrollar un ataque que los hipertensos activos.

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