25 enero, 2011

El Grupo de Trabajo de Urgencias de SAMFyC muestra su disconformidad con el anuncio de la titular del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, de iniciar la tramitación de un real-decreto para la creación de una nueva especialidad médica de Urgencias y Emergencias. Por contra, este Grupo de Trabajo defiende el modelo de formación médica especializada basado en la troncalidad ya establecido en 2003 por la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (Ley 44/2003, LOPS).

Según anunció Pajín ante el Pleno del Congreso el pasado 13 de abril esta norma se aprobaría antes de finalizar este año 2011 y permitirá además la creación de otras tres nuevas especialidades médicas: Enfermedades InfecciosasGenética y Psiquiatría Infanto-Juvenil. Con ello, el número de especialidades médicas en España ascendería a 53 -actualmente ya suman 49- mientras que la media de los países de la UE ronda la treintena.

Tan sólo dos días después (15 abril) las sociedades de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), Medicina Interna (SEMI) y Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SeMicyuc) hacen público, en un comunicado conjunto, su malestar ante esta decisión ministerial de crear una especialidad de Urgencias y Emergencias, sin tener en cuenta las recomendaciones del Consejo Nacional de las Especialidades Médicas, ni la postura defendida reiteradamente por estas sociedades médicas.

Tanto el citado Consejo -órgano asesor de los ministerios de Sanidad y Educación en materia de formación sanitaria especializada- como semFYC, SEMI y SeMicyuc defienden el modelo de formación médica especializada basado en la troncalidad establecido (art.19.2) por la Ley 44/2003, de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS), y la consiguiente creación de áreas de capacitación específicas -entre ellas, la de urgencias- como disciplinas de especialización a las que se accede desde la formación básica en otras especialidades médicas.

La troncalidad permite agrupar especialidades médicas afines, posibilitando un periodo formativo especializado común, de una duración mínima de dos años, en tres troncos formativos: médico, quirúrgico y médico-laboratorio clínico. La LOPS posibilita integrar ámbitos de actuación de las 49 especialidades médicas reconocidas en España. Sin embargo, ocho años después, todavía está pendiente del desarrollo reglamentario pertinente (mediante real decreto), competencia que tiene atribuida el Gobierno del que forma parte, precisamente, la titular del Ministerio de Sanidad.

Sin embargo, en vez de cumplir la LOPS y desarrollar el modelo basado en la troncalidad, los últimos tres ministros de Sanidad -Bernat Soria (julio 2007-abril 2009), Trinidad Jiménez (abril 2009-octubre 2010) y Leire Pajín (octubre 2010) han anunciado en repetidas ocasiones su intención de crear la especialidad médica de urgencias y emergencias.

Esta decisión responde, según un comunicado oficial, «a los compromisos adquiridos por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y al interés de algunos colectivos de profesionales». Es una decisión tomada sin tener en cuenta las recomendaciones internacionales; la opinión experta y cualificada del Consejo Nacional de las Especialidades Médicas, órgano en el que están representadas las comisiones nacionales del medio centenar de especialidades médicas reconocidas en España; la opinión de las tres sociedades médicas más representativas en las áreas de urgencias; ni la de la mayoría de los médicos que trabajamos en dispositivos específicos de atención a urgencias -sean de atención primaria u hospitalarios- y emergencias. Y que ya somos especialistas, mayoritariamente, en Medicina Familiar y Comunitaria.

¿Qué sentido tiene dar luz verde a una nueva especialidad, carente de sentido en el actual modelo organizativo del sistema sanitario público español? ¿Con qué colectivos habrá asumido compromisos el Ministerio de Sanidad? Tal vez se están favoreciendo, sin ton ni son, intereses de quienes confunden la pretensión de reconocimiento profesional con la ostentación de una «especialidad» propia.

Tal vez se haya concebido la idea de que los problemas que aquejan a las urgencias (saturación, presión asistencial, falta de recursos, etc.) se deben a la falta de capacitación de los médicos que ejercen en ellas y que, por tanto, se resolverán con la creación de una nueva especialidad médica.

La mayoría de los médicos que desempeñamos nuestra labor asistencial en urgencias lo hacemos con el convencimiento de nuestra identidad y de nuestras funciones. Y es inherente a nuestra profesión la necesidad de actualizar permanentemente nuestros conocimientos y mejorar nuestra capacitación técnica. Nos formamos para dar una respuesta eficaz a los problemas de salud de los ciudadanos; no para establecer etiquetas artificiosas ¿Es imaginable que un médico no sea capaz de resolver una situación de urgencia o emergencia si ha adquirido, durante su formación especializada, conocimientos y habilidades que le capacitan para ello? Los médicos de familia adquirimos unas competencias esenciales, siendo la atención a las urgencias un área de capacitación propia, estructurada durante el período de formación MIR como parte del programa docente de nuestra especialidad.

No es menos cierto que la asistencia a enfermos críticos y a emergencias vitales de mayor complejidad requiere unos conocimientos y habilidades específicas, que deben ser reciclados y practicados con relativa frecuencia. Se justifica, por tanto, la necesidad de continuar -una vez finalizada la formación básica como médico de familia- con un período formativo específico, que permita consolidar esta parte del aprendizaje adquirido durante la residencia e incorporar una capacitación específica en el área de urgencias y emergencias.

Nuestra identidad proporciona a la atención en urgencias una diversidad que enriquece enormemente la calidad asistencial en una organización tan compleja e interdependiente como lo son los servicios sanitarios. Esta es una evidencia contrastada tras muchos años en los que médicos con diferente especialización (Medicina de Familia, Medicina Interna, Cuidados Intensivos) compartimos labores asistenciales en áreas de urgencias. Y los estudios de opinión muestran la confianza y satisfacción de los ciudadanos con la calidad científica de la atención recibida.

Crear una nueva especialidad médica no aportaría beneficios ni a los ciudadanos ni a los profesionales. Por consiguiente, tampoco a las administraciones sanitarias públicas ni a los proveedores, públicos o privados, de servicios sanitarios. Pero si podría crear expectativas falsas en los ciudadanos.

Crear una nueva especialidad médica daría lugar a nuevos problemas organizativos, que se sumarían a los males crónicos que afectan a la sanidad española. Los ciudadanos serían atendidos por profesionales con idénticas competencias, pero diferente denominación. Se duplicaría la puerta de entrada al sistema sanitario. Generaría mayor descoordinación para mantener la continuidad asistencial. Se incrementarían las dificultades de coordinación interniveles.

En un entorno macroeconómico que obliga a ajustar y racionalizar el gasto público, crear una nueva especialidad médica supondría incrementar el gasto sanitario, sin incrementar necesariamente la calidad de la asistencia urgente prestada. Estos son algunos motivos. La Sociedad Española de Medicina de Familia (semFYC) nos aporta casi 30 razones para decir no a la creación de una nueva especialidad de urgencias. Difúndelas!!

 

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